enero 21, 2008

Interpretación y Sentido; huérfanos del Deseo.


El Sentido tiene una hermana gemela: la Interpretación. Viven una relación incestuosa. Derrida, geneólogo de la clausura conceptual; desconstruyendo los muros del convento de la Santa Estructura encontró los frutos de esa perversa unión: la jerarquía y la oposición. Siamesas ellas; engendros profanos de esa unión incestuosa de clausura, de fusión tomada a la ligera. Los restos de una descendencia profana amparados en una Madre sustituta: Lenguaje.

Tiempo antes ya había intuido que Lenguaje era sólo una vil sustituta, boba e inocente que fue utilizada por un otro que podía dar origen, que podía parir.

Este viejecillo encontró en ese convento, la encarnación genética de ese origen filial. Justo ahí, las sabias palabras de Humpty-Dumpty a Alicia le tocaron el timbre y se escuchó: La cuestión es saber quien es el que manda… eso es todo.

-El Poder es el padre- entendió, y se alegró por ello. De repente ya nada mas tuvo sentido, comprendió todo, pero nada al mismo tiempo. Cayó en cuenta como en el universo de los humanos no hay lugar para Plural, no es posible que haya varios de, y no sólo eso, sino que sólo uno debe ser el elegido, prevalecer sobre los demás existentes. Pero había algo peor y más tórrido. Se dio cuenta que se debe hacer como si estos no existieran, como si nunca hubiesen existido. Los humanos, quienes habían sido adoptados por esa madre boba que todo lo atraviesa, también habían olvidado algo; habían olvidado a quién dio a luz al Sentido y a la Interpretación, y no sólo a ellos, sino también al propio Lenguaje.

Todo esto iba descubriendo Derrida, y definitivamente no lo podía creer; no podía darle sentido a las Cruzadas humanas por conquistar Significantes. Derrida sabía que “para cada hombre su propia verdad, y con ella el dios que hay en el interior de ésta”. Ahora podía descifrar quien era ese dios en quien creían; y como cualquier sabio sabe, cuando los hombres creen en algo, así se configura su mundo, -así lo configuran-, pensó. Se percató de que el Poder no era quien importaba, después de todo se acostaba con cualquiera, hasta con sus propios hijos, aún sin decírselos. En eso estaba cuando debajo de una piedra vio a una rata queriendo ser un rato, y lo comprendió mejor, pero tuvo síntomas de agonía al ver la sombra de quien había dado a luz, vio la sombra del Deseo. Esta era la madre de todas las verdades.

En ese instante Derrida entró en contacto con el origen de los hechos, los encuentros carnales del Deseo y el Poder. Solo habían sido dos, del primero nació el Lenguaje. El Deseo pensó, -una hija boba le sale a cualquiera-; el Poder no estuvo tan contento y la encerró en un convento. Curtieron de nuevo, y el Deseo engendró gemelos, dos de absoluta belleza, aunque no se parecían a ella. Entonces huyó; huyó con la Muerte, que no sólo la tenia más clara, sino que más grande. Considerando lo viciosa que era el Deseo, el Poder no mostró objeción.

Dicen, cuentan, que Derrida desapareció en el ni/ni, porque de este no hay ningún Sentido; y dudaba que pudiese configurar alguna letanía de Interpretación.

publicado en Satèlite ID* - www.mundoid.com.ar

imagen by: id*

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