julio 22, 2007

ella aun está viva, y hace estas cosas

Hace un tiempo ella declaró "soy trillonaria y voy a hacer lo que se me cante", y miren que bien que lo hizo.
Los black eyes peas deberian considerar sus existencias y que nivel de mierda estan proponiendo despues de ver el reflejo que proyecta alanis morrissette en una interpretación para aplaudir de pie. Sres. Dios* ha hablado.
(*
alanis morissete hizo de dios en la pelicula dogma)

Pueden elegir ver cualquiera de los dos primero, pero una vez visto el de alanis verla despues a fergi gozar verdaramente lo que dice te van a dar arcadas.




julio 16, 2007

El (p)aseo de las pijas muertas (oda al desfile de la calamitosa histeria homosexual).

De ninguna manera resulta increíble, puesto que cualquier hombre percatado que haya estado alguna vez en el vestuario de algun gimnasio muy top; o cualquier persona prejuiciosa y en sus cabales que imagine que es lo que pueden llegar a hacer los putos en un vestuario de un gimnasio; saben que ese espacio es una escandalosa escena perjudicial para el sano gusto sexual de cualquier persona que ya no se anda con tapujos.

Una escena espasmódica, no por que se llegasen a ver vergas jugosas entrando en ojetes húmedos y bocas babosas (como cualquier imaginación calenturienta y participativa de un sujeto heterosexual que se muere por ser el protagonista de semejante escena) sino porque es la escenificación de la histeria elevada a su máxima potencia.

Para empezar, todos se creen the-latest-sexy-boy-of-the-moment, (algo asi como la última escultura griega viva realizada por el dedo del mismísimo Zeus) y podés ver como cada uno de esos seres gimnásticos de cuerpos grotescos se pasean en pelotas bajo la luz blanca, en un espacio calefaccionado, con banquetas dobles y lockers azules cubriendo las paredes.

Uno puede llegar y sentarse en unas de esas banquetas y hacer lo que hacen todos. Hacer de cuenta que uno se prepara para la experiencia gimnástica de tu vida mientras mirás de reojo todo lo que se desvite a tu alrededor. Todo está fríamente calculado. Cada parte del cuerpo es descubierta en un orden paradigmático. Siempre se empezará un cuerpo desnudo a vestir por lo que implique menos centímetros de tela: las medias. O sino se secarán durante varios minutos sus pelos largos, los cuales peinarán cuál doña que se prepara para reposar la cabeza en la almohada. Todo sin cubrir su pija muerta. Parece que para los putos (no hay héteros, y si los hay no te diste cuenta porque su pasaje por la zona duró segundos, o te percatarás de la existencia de seres fenoménicos y torpes que no tienen sus movimientos cronometrados) una pija muerta los hace ser obras de arte.

Entonces ellos se pasean con su pija muerta. Los que saben que tienen una pija muerta de proporciones llamativas la enseñan tanto como pueden, y quienes entran en trance por sus propias curvas gluteas cubren sus partes delanteras con una punta de la toalla, o usan ridículamente una toalla de manos atada a su cintura que deja visualizar con desgano erótico los muslos.

Todo esto ocurre con un sonido sordo y constante de cuerpos mudando de ropas, de ojos voraces por mirar pero sin ser vistos, disimulando la mirada y la exhibición aún sabiendo que todos saben lo que se está haciendo.

Al tiempo que sucede esto, en las duchas los cuerpos se pasean enjabonados por el pasillo central, tiran el jabon al piso del pasillo para salir de la ducha, miran quién entra y quién sale, se asoman de cuerpo entero para tomar sus toallones y secarse en medio de la pasarela. El vapor de este espacio quizás caliente sus vergas, y las ponga a un perequetín de erectar. Aunque suele pasar que de tanto fulgor las vergas se erecten para ser exhibidas, nunca es tanto como para coartar el composè de las pijas muertas.

Son horas que se suceden en la misma escena, y el guardarropa observa y mide a ojo los tamaños de los miembros y la profundidad de la putez de sus visitantes. ¿Se tocará cuando nadie lo ve? Una gran incógnita esa.

Toda esta parsimonia de exhibición significante, de histeria encarnada en el desvetir de los cuerpos y en la exhibición de los miembros puede ser destruida y avergonzada por el cinismo de un degenerado que alague una verga, toque un culo, o le pida por favor al gordo grandote que se pasea con el jabón en la mano por el pasillo que sea un poco mas disimulado y no se pare al frente de cada ducha mirando a través de las cortinas.

Un trauma puede generar ese degenerado, ese explícito, ese vulgar que quiebre la danza paradóxica de unos putos que se erotizan con imágenes del sexo pero que nunca se calientan porque no practican sexo sino lenguaje. Solo hablan con sus cuerpos, pura cháchara.


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