abril 29, 2009

les gusta bien dura en la Lajitas (salta)

abril 16, 2009

Una Tierra de espejitos sin hombres a la vista.

Está entre la adolescencia y la juventud, su cuerpo sigue siendo muy tierno pero ya está bastante desarrollado y en su casa le enseñaron a mostrarlo. Sus padres, la televisión, el fotolog. En la calle muestra sus piernas torneadas por que hace deportes, lo hace luciendo shorcitos gimnásticos mínimos. Se abre de apiernas, exhibe su ropa interior. Se mueve como tiene que moverse para mostrar lo que tiene que ser, se mira mucho al espejo, se peina, se despeina, se acomoda las desalineaciones de su remera apretada que marca su cuerpo. Te mira, te pone carita de yo no fui, pero te dice “mira como te desfilo en tu cara”. Le falta ponerse el dedito en la boca y agarrarse la entrepierna.

Este espectáculo salteño por supuesto es observado por señores arriba de los 35, que se pasean calientes en sus autos caros por las avenidas de la ciudad, y andan despacito por la calles de farolas después de las 10, buscando un sabrosón pedazo de carne tierna de verano. Y no estamos hablando de una lolita ni tampoco de putitos declarados ni muchachitos afeminaditos.

Hablamos de pichones de salteños.

Un padre salteño, si bien se haría pasar por cuida o guardabosque, se sentiría orgullosísimo de haberle dado a la ciudad una pequeña putita que se muestre y se haga desear con pollerita de colegiala. Pero ¿Qué pensaría, cuanto se horrizaría, del hecho de que haya hombres de su edad deseando a su hijo en desarrollo que seduce callejeramente porque así fui enseñando?

Ni siquiera podría imaginárselo, no está programado para eso, imposible pensar en la sexualidad homo de un jovencito que le caliente a un hombre como él. Si no puede entender porque levantó alguna vez una travesti, mucho menos perdería el tiempo en tratar de preguntarse por que no resulta escandaloso un pendejo musculoso que se mira una y otra vez frente al espejo de su gimnasio, que se deja tocar sus músculos por el resto de pendejos en desarrollo o que intentan ser tan grosos como él.

A estos sujetos que deambulan por las calles de la ciudad los he denominado homoselfs, es decir quienes tienen relaciones homo eróticas consigo mismos frente al espejo. Se autoerotizan con sus combinaciones fashionistas cuando se producen para salir a por “chicas”, se molestan si se les mancha su ropa de sábado, y compiten con sus amigos para ver quien tiene mas facha (ni siquiera quien la tiene mas grande). Se basan en rumores.

La franja 16 – 23 de muchachines salteños está ocupada seduciéndose unos a otros, y jugando a que quieren tener una novia quizás, y mirando a sus otros de más de 30, seduciéndolos con lo que esos señores alguna vez fueron (chicos frescos) y que hoy intentan mantenerlo jugando a tener “amantes”.

Los salteños homoself no se dan cuenta que tienen prácticas homos consigo mismos, y que las mujeres en sus vidas están absolutamente en segundo plano.

Si contemplamos esta gran masa masculina teniendo relaciones homos a través de elementos simbólicos (el peinado, la roba, el bicep, el mocasín) en los que se pierden hasta que descubren que les llama más la atención el sexo real con hombres reales, podemos observar como se mantienen danzando homo eróticamente con sus mujeres, por que buscan una novia por supuesto, pero solo para la vidriera, y por supuesto la chiquilla que acceda al andón pirulero estará desesperadamente programada.

Este mínimo planteo nos lleva a una hipótesis contundente. En salta hay escasez de hombres.

Mi editor es un pelmazo. Primero quería que escribiese sobre casos concretos, después me dijo que narre algún escándalo sexual y ahora quiere que sea su analista social. No hay poronga que le deje satisfecho. Pero sin embargo es uno de los pocos hombres en salta, lo desespera la experiencia, está hecho de experiencias y de esos conozco pocos.

Vamos a explicarnos. Cuando digo hombre no estoy hablando de lo que vuestro sentido común esta interpretando en este momento. Si, tiene verga, voz grave, pelos, camina con las piernas abiertas quizás, a veces huele, es un poco bruto, violento, pajero, galán, misógino, homo fóbico, pero sobre todo tiene experiencia de vida, una experiencia de vida que lo sacó de su estado programático, que dejo de querer ser su padre haciendo como su madre, y este programa no sólo se aplica al ser humano con pene, también al que viene con un séptimo orificio en el cuerpo.

¿Y dónde está esa construcción de la experiencia del hombre? En la salida de su casa, en el alejamiento de la reproducción sistemática de los mandatos sociales cercanos: en este caso el de tener relaciones homo eróticas con el espejo.

Salta es un ciudad de la mirada, del deseo de ser mirado, y los jovencitos salteños lo desean mucho más que las mujeres, y juegan a esconder ese deseo. Buscan el confort de la mujer, y las mujercitas salteñas están desesperada, no saben que mostrar para ser vistas, y ya no llaman la atención. Solo se atiende a la diferencia, pero una diferencia que asusta y que es pecado.

¡Qué difícil es para el homoself poder salirse de su papel de putito de espejo! Cuando una pendeja con un cuerpo escultural, que pela las piernas en un shorcito que le hace el culo televisivo de la tarde, un topcito que da calambre y una actitud perril total, ingresa al espacio de reunión de los homoself, el gimnasio, estos se quedan sin aliento, y salen a esconderse. No pueden ni siquiera mirarla, no pueden siquiera concebirla. Y se retuercen de verla manejar su cupé roja. Esa muchacha es el anticristo.

El resto son minitas, quieren ser como su mamá, y por supuesto tener un novio como su papá, y por eso salen con un homoself.

Hacerse hombre (o mujer) implica salirse del programa, marcar una diferencia, por ende en Salta la mayoría es ente y la diferencia es pecado. Por eso el tiempo parase pasar más lentamente, por eso parece ser otra dimensión, y la programación parental donde lo filial programa socialmente las mentes y los cuerpos no se queda en un sólo estrato social. La ingerencia materna programática aparece también en la madre pobre y popular que esposa a su hijo adolescente a la cama para que no consuma paco y el muchacho sea lo que ella quiere que sea, aun sin saber que esa no es una manera que permita modificar un programa sino reforzarlo: será lo que su clase demande.

En salta no hay tantos hombres como aparenta, son todos nenes de su casa, y lo serán eternamente hasta que marquen una diferencia, experimenten la experiencia del afuera del programa, la pregunta por el programador, la anamnesis de la entelequia moral que los somete. Y qué por supuesto tendrán repercusiones políticas. No habría diputados sentados en la misma banca 20 años, y la sexualidad dejaría de ser pecado nefando. No estamos diciendo que ser homoself esté bien o mal, es sólo una descripción fenomenológica de una práctica que siempre es abuso. Los hombres siempre son nenes que juegan a la sensualidad, porque el sexo es otra cosa, y esta puesto en un hombre mayor al que quieren calentar. Perversión repulsa.

En salta las mujeres están desesperadas, hambrientas de testorena, ¿que esperan los hombres para reaccionar? Ah, cierto, no hay hombres, somos pocos, y Salta está llena de putos. Habré de rascar un poco mas detrás de la pintura o seducir a mi editor en Payogasta.

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